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Culpa II: Albus spendlor.

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Uchiha-Souseiseki's avatar
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Casi una hora más tarde Stern se encuentra, en relación a la espesura del bosque, casi en el mismo lugar del que había partido, pero por lo menos tras haber caminado tanto está segura de que es casi imposible  encontrarse a alguien.
Es entonces cuando se sienta en un tronco caído que se encuentra no muy lejos, para enjugar con rabia los rastros ahora secos de las lágrimas que había derramado al salir del pueblo, aun cuando ya lo ha hecho repetidamente, dejando la piel de su propio rostro irritada.

El bosque se encuentra en completo silencio y es seguro creer que en realidad nada le pasaría si se quedaba en ése sitio por un rato más, después de todo le tomaría aún varias horas salir de ésta parte infestada de plantas y un poco más para llegar a Leidenschaft.
Probablemente, piensa, ni siquiera había un riesgo real exceptuando el de perderse en la espesura del follaje, quizá la bruja les había mentido en pos de sacar algún provecho de todo el pueblo, mostrándose a sí misma como una heroína cuando en realidad no había nada que temer.

Y ésa será la primera mentira que se diga ésa noche.

Está cansada, así que decide cerrar sus ojos por unos minutos, tratando de concentrarse en el sonido del viento silbando suavemente por las hojas, para escapar de sus pensamientos.
Da resultados, pero sólo por poco tiempo, así que abre los ojos con exasperación y decide ver las estrellas, tarea difícil considerando que el cielo apenas es visible entre los árboles.

Mientras se cuestiona si será excesivo de su parte ponerse a podar el lugar algo se mueve a su lado, distantemente y apenas perceptible por el rabillo del ojo.
Suspira pesadamente al levantarse, con más fastidio que alarma, esperando no encontrarse con que alguien le había seguido desde el pueblo.

Para su fortuna no es así, pero tampoco logra ver nada moviéndose, así que decide descartar aquél incidente como producto de su alterado estado emocional.
Se dispone a acomodarse mejor en su lugar, repentinamente consciente de su propio cansancio, después de todo no se había tomado una pausa tras horas de viaje, y dado que no hace frío y se puede asumir no hay nada que le vaya a disturbar quizá pueda descansar una o dos horas antes de continuar.

Pero asumir es estúpido y peligroso.

Algo blanco se mueve a la distancia, de nuevo apenas visible por el rabillo de su ojo, y ésta vez sin embargo no tiene ninguna duda de lo que ha visto.
Se ondeaba suavemente al aire, una visión que le era vagamente familiar.

En cuestión de segundos se encuentra nuevamente de pie, completamente alerta y ahora capaz de sentir la tensión que se había estado acumulando a su alrededor sin que lograra notarla.

Su mano derecha empieza a temblar ligeramente gracias al nerviosismo que amenaza con apoderarse del resto de su cuerpo a cada segundo que transcurre en silencio.
Trata de convencerse de estar viendo cosas.

A estas alturas creer en su propio descenso a la locura es aún más reconfortante que lo que cree haber visto, un destello del pasado, traído desde sus encuentros en el bosque.
Es poco probable después de todo ver a alguien en ése lugar, y es terminantemente imposible ver a ésa persona en particular.

La mano izquierda, peculiarmente rígida, se dirige hacia su cuello, para luego viajar por su pecho hasta posarse en el estómago, que se agita con furia.
Está segura de que va a vomitar –como se ha hecho costumbre en éstos últimos meses- sólo para tener alguna sensación a la que aferrarse, una manera de limpiarse por dentro.
Justo antes de ponerse a devolver el poco alimento que había tomado en la mañana el sonido de varias ramas rompiéndose a sus espaldas le obligan a levantar la vista, acelerando aún más su respiración y apresurándola a levantarse.

¿En qué momento se había dejado caer de rodillas?

A una afortunadamente gran distancia logra ver una figura distinta a la esperada –colosal, de al menos tres metros de altura, blanquecina- que repta con lentitud hacia ella, y cuyo suave balanceo se parece al de los caracoles al desplazarse.
Aquella cosa enorme lucía lenta e indiferente, pero ella recordaba, era increíblemente veloz y estaba impulsado por la ira y la sed de sangre.
Su sangre.

Jalando aire por la boca,  sintiéndose ligera de la cabeza y pesada del cuerpo, Stern emprende la quizás más frenética carrera de su vida.

Las plantas proyectan siluetas aterradoras y ante la escasa luz parecen revelar sus siniestras intenciones; la hacen tropezar, la arañan al pasar, le impiden ver claramente, entorpeciendo su huida y reduciendo sus probabilidades de sobrevivir.
Porque Martius sabe que ésta vez no se contentará con un daño permanente, si aquél ser le alcanza será su fin.

Pese a lo precipitado de sus respiraciones el oxígeno no le alcanza, transformando el bosque en un laberinto que se bambolea ante sus ojos e imponiendo en su cuerpo la falsa noción de que la gravedad tira de ella por todos lados.

Tropieza finalmente con un enorme arbusto, obligándole finalmente a besar el piso.

Pero no puede quedarse inmóvil, por lo que continúa su escape arrastrándose lo más ágil y silenciosamente que puede.

Han pasado sólo un par de minutos y no parece haberse desplazado mucho, si acaso la gran parte de su recorrido ha consistido en evadir y dar vuelta a los mismos árboles, probablemente debido a su estado sobreexcitado y el extraño zumbido que le embota la cabeza.
Usando un árbol como respaldo se aferra a su pecho con una mano y con la otra toma un puñado de hojas del piso, tratando de reencontrar su centro de gravedad.
La pequeña esfera es de alguna manera un reconfortante peso sobre su pecho y la sostiene entre sus manos con fuerza, encontrando por fin la estabilidad suficiente para ponerse de nuevo de pie, aún sin despegarse del árbol a sus espaldas.

Se suponía que la arena le defendería del peligro, pero se mantiene inmóvil en su contenedor; siendo ésta quizá la manera de Ithel de vengarse ¿le dejaría acaso abandonada a lo que sabía serían unos últimos momentos llenos de indescriptible dolor?

Un repentino movimiento a su flanco izquierdo le hace soltar un patético sonido salido de lo más profundo de su pecho, el miedo atenazándole por completo, casi obligándole a escurrir hasta la posición de la que tanto trabajo le había costado levantarse, cerrando sus ojos con fuerza.

Involuntariamente se voltea con lentitud para encarar a la criatura en cuyo rostro espera ver una forma parecida a una flor, repasando mentalmente el perfil de una chica de cabello castaño y ojos turquesas, imagen aún vívida en su mente tras tantos años.

Ni chica ni monstruo le espera al abrir los ojos, aun cuando aquello está lejos de ser reconfortante. Al distinguir la expresión sombría del portador de la bufanda blanca que había visto ondearse minutos atrás casi desearía tener unos bestiales dientes a escasos centímetros de su rostro.

Aquella persona le provoca un pánico mayor que la criatura de antes, un recordatorio de un error más fresco, uno que le había estado devorando por dentro por los últimos meses.
Sintiéndose engullida por un mar de brea caliente el rey no puede más que dejar caer más lágrimas que antes, jurando que puede oír la risa de la bruja a la que, también, le había arrebatado su futuro.

Ya sea por suerte o porque alguna providencia se ha cansado del patético espectáculo que ofrece un súbito impulso le hace voltear de nuevo hacia enfrente, notando una diminuta luz blanquecina a la distancia.
Sus pies, antes pesados como piedras, se mueven con facilidad y rapidez entre la maleza, acercándole cada vez más al resplandor, alejándole de aquellas malditas visiones y regresándole algo de autocontrol.

Entre la profusa oscuridad del entorno uno pensaría que le habría llamado la atención lo impecable del blanco del que estaban teñidas aquellas siluetas.

Las lágrimas se transforman en determinación y aquella furia creciente le obliga a alzar uno de sus brazos con ímpetu para luego arrojar con fuerza la esfera de cristal, arrancada violentamente de su cadena, contra la fuente de aquél brillo que cada vez luce más cegador.

Un impacto que retumba como un trueno en medio del silencio y el brillo se ha ido, así como aquellas figuras y toda la tensión en el aire.
Las rodillas le tiemblan, pero Martius sigue moviéndose con premura hacia dónde sólo puede conjeturar se ha producido el impacto.

La esfera, que para su sorpresa no se ha roto al impacto- aunque parte de su superficie está opaca dado que se ha raspado al caer-, descansa apenas unos centímetros lejos de su objetivo, que yace en maltrecho en el piso, entre hojas secas y la hierba que parece codiciosamente tratar de ocultarlo.

Ya que era lo suficientemente resistente conserva en casi su totalidad su forma original, aunque duda que vaya a servir de ahora en adelante. Tampoco quiere decir que lo volvería a utilizar, después de tantos meses y del último propósito que se le había dado a cumplir en aquél lugar hacerlo sería un chiste de mal gusto.

Reconoce la lámpara que un año atrás no había encontrado tras ir a buscarla al bosque durante el día de todos los santos, aquella que precisamente había colocado para la muchacha de ojos turquesas. Puede sentir como el latido de su corazón se convierte en un zumbido que le embota los sentidos.

La hebilla, que aprieta con urgencia dentro de su bolsillo, no es más que un augurio de que las cosas se tornarían mucho más difíciles que todo lo que había afrontado hasta ahora.
Eh, quizá me he pasado un poquitín con Stern, pero muy poquito tbh, con todo lo que ha hecho merece cosas peores, pero bueno.

Pues... Stern teme que los fantasmas de su pasado regresen a por ella, como todos, pero quizá su miedo no es tan infundado debido a... varias razones que iré develando poco a poco.
Por lo mientras quizá debería aclarar que cuando todavía era reina Stern tuvo un encuentro terrible con una criatura del bosque, mismo encuentro al que he hecho ya algunas referencias con anterioridad cofcofsubatallacontrangelcofcof.

Espero les guste todo éste desvarío B'D

Por cierto, si tuvieran que elegir con respecto a la siguiente actividad, ¿les gustaría que fuera cruel con sus personajes ésta ocasión o preferirían que lo fuera después?
© 2015 - 2024 Uchiha-Souseiseki
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FinaBell's avatar
Oh my, todo este suffering me va a dar algo ;A;
El pasado de Stern me intriga mucho, así que es genial ir sabiendo poco a poco de su historia!